Por Pablo BOCZKORSKI y Mora MATASSI (2020)
Artículo de Pablo BOCZKORSKI y Mora MATASSI, investigadores del Centro de Estudios sobre Medios y Sociedad en Argentina (MESO*) sobre el modo en que la expansión de las redes sociales trastocan el escenario mediático e inciden en las más diversas relaciones sociales y políticas. Interesante porque evita distintos extremos: la celebración apologética y acrítica del poder transformador de las plataformas y redes en cuestión, y el rechazo visceral (y acrítico también) al rol que juegan las mismas en nuestra sociedad. A continuación, la reproducción textual del mismo.
A comienzos de los ‘60, el semiólogo Umberto Eco nos
advertía que suele haber dos posturas antagónicas frente a los medios masivos: una
apocalíptica, concentrada en efectos catastróficos, y otra integrada, enfocada
en efectos utópicos. Un relevamiento de las investigaciones sobre el uso de las
redes sociales en Iberoamérica muestra que no resulta productivo adoptar
ninguna de estas dos posturas. Lo que surge, en cambio, es la prevalencia de
efectos pragmáticos: ahí
donde las lógicas y procesos institucionales siguen siendo fuertes, el uso de
las redes ha tendido a propiciar cambios moderados; por el contrario, en
contextos sociales menos establecidos, la adopción de las redes ha propulsado
lógicas nuevas.
Estas son las
conclusiones que surgen de un análisis de 160 textos académicos y reportes
provenientes de organismos internacionales y think tanks. Los resultados del
estudio han sido publicados por la revista española El Profesional de la
Información, en un artículo accesible de forma abierta y gratuita.
Instituciones públicas con
cambios moderados. Solemos esperar un gran
potencial de parte de las llamadas “nuevas” tecnologías de la información y la
comunicación a la hora de modificar instituciones de la vida pública, y las
redes no son la excepción a ese deseo. Desde su surgimiento, gran cantidad de
investigaciones se han preguntado por la capacidad de estas plataformas de
transformar la gestión de las campañas electorales, la comunicación entre
gobiernos locales y ciudadanía, y la producción y circulación de noticias.
En algunos casos, se comprueban cambios novedosos. Un trabajo realizado
en 2017 por la académica Magdalena Saldaña y colegas indica que las redes
sociales, sobre todo Twitter, se han legitimado como fuente válida para la
labor periodística en medios de América Latina, que se ha tornado más
participativa. Pero en muchos otros casos lo que prevalece es la lógica de los
medios tradicionales, como la televisión o la radio. Aunque las redes técnicamente den la posibilidad
de un espacio de comunicación de ida y vuelta entre gobierno y ciudadanía, se
comprueba un uso donde el gobierno le habla a la ciudadanía, pero no viceversa.
Los investigadores Roberto Rodríguez-Andrés y David Álvarez-Sabalegui, en un
trabajo de 2018, reúnen información sobre el uso de redes sociales como
Instagram, por parte de parlamentos españoles, y encuentran una comunicación sobre todo informativa,
alejada de la participación y la interacción.
Si para ciertas instituciones de la vida pública, el
cambio imaginado de las redes ha tendido hacia la lógica tradicional de los
medios, el panorama es distinto para áreas como educación, salud, y turismo. Acá aparecen más elementos novedosos que en otras
instituciones sociales. Muchas universidades de la región, por ejemplo,
establecen prácticas comunicacionales en redes como Twitter que movilizan a sus
comunidades educativas, según los resultados de un trabajo de 2012 hecho por la
especialista Alba Patricia Guzmán-Duque y colegas. En salud, los
canales tradicionales de comunicación ven el surgimiento de foros paralelos de
debate. Esto puede tener consecuencias significativas para temas
centrales de salud pública, como el del discurso antivacuna, tal como indica un
trabajo de 2019 de Ubaldo Cuesta-Cambra y equipo. Finalmente, el ámbito del
turismo también vive transformaciones relevantes. Un estudio de Isabelle Simões
Marques y Michèle Koven, publicado en 2017, muestra cómo jóvenes que
emigran desde Portugal hacia Francia resignifican su experiencia de diáspora a
través de grupos de Facebook, donde comparten y construyen experiencias
colectivas de viajes turísticos.
Grupos sociales empoderados. Especialmente
desde los sucesos de la llamada Primavera Árabe, muchos estudios se han
interesado por entender si las redes sociales pueden ser utilizadas para la
organización de la acción colectiva, y la visibilización de los intereses de
diversas minorías. En Iberoamérica, la
apropiación de las plataformas se ha asociado a procesos de empoderamiento por
parte de distintos grupos sociales. La investigadora Carolina Matos, en un
artículo de 2019, indaga acerca de la relación entre feminismos y redes para el
caso de Brasil, y encuentra que estas pueden funcionar como espacios
transnacionales para la circulación de discursos contra-hegemónicos.
El caso de Ni Una
Menos ilustra el impacto que las redes pueden tener en la articulación
y el alcance de reclamos sociales. El especialista Luis Carlos Castro estudia,
en un trabajo de 2018, cómo la
territorialidad y la virtualidad se combinaron en este caso para facilitar una
comunicación horizontal, viralizar la difusión de la convocatoria, y reunir a
distintos grupos alrededor de una misma causa. Para su tesis de
maestría, la estudiante Cecilia Sjöberg entrevistó en 2018 a activistas del
colectivo y demostró que plataformas
como Facebook, Twitter y WhatsApp fueron herramientas centrales para difundir
información y generar lazos de solidaridad a la distancia.
Las comunidades marginadas también ven en las redes
sociales un lugar de empoderamiento. La
académica Nell Haynes escribe, en su libro de 2016, acerca de los modos en
que una comunidad chilena históricamente marginada construye y afirma
su identidad local a través de redes como Facebook. Algo similar se
comprueba para el caso de una favela en Vitória, Brasil, analizado por el
investigador David Nemer en 2016. Según el autor, un uso no instrumental de las redes sociales termina por
reforzar lazos comunitarios, facilita oportunidades de aprendizaje, y abre
posibilidades económicas.
Estos hallazgos sugieren que la
mera existencia de las redes sociales en la región iberoamericana no trae
aparejada consigo la transformación radical de hábitos institucionales o
sociales. Las redes son parte de un sistema mediático más abarcador e
híbrido, como plantea el investigador Andrew Chadwick, donde las lógicas de los
medios tradicionales se chocan y entrelazan con aquellas de los nuevos medios.
Es en ciertos grupos, en relación con usos específicos, y a través de
mecanismos puntuales que se observan cambios significativos.
Por
lo tanto, ni apocalípticos ni integrados: el siglo XXI parece ser la
etapa de los efectos pragmáticos. El tiempo dirá si las variaciones
moderadas en instituciones establecidas se acumularán dando lugar a
transformaciones radicales, y si los usos más innovadores que se ven en
espacios menos establecidos darán lugar a un nuevo statu quo. Lo que sí empieza
a quedar claro es que las visiones distópicas de redes todopoderosas
que corrompen la democracia y generan adicción a las pantallas tienen más
seducción como relato que basamento científico.
Referencias: BOCZKORSKI, Pablo y MATASSI, Mora (2020); Ni apocalípticos ni
integrados: los efectos pragmáticos del uso de las redes sociales; en Infobae,
23 de enero 2020.
* El Centro de Estudios sobre Medios y Sociedad en Argentina
(MESO*) es un espacio de investigación y debate sobre medios, cultura y
tecnología digital, fundado por las universidades de Northwestern y San Andrés.
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